EL RENACER DE VALERIA ( CAPÍTULO IX)

Imagen noticia

January 22, 2025

                                                            

                                         Capítulo IX

 

                    “La Jet Set”

                    PARTE I

 

Hace apenas un mes llegó una carta. Pero no era cualquier carta, claro está. Era la carta. Una invitación cuidadosamente adornada con letras doradas, bordes finamente caligrafiados y un aroma tenue que parecía a la vez caro y arrogante. Aquello no era solo papel, sino un pase directo al Olimpo de las apariencias, un evento que las altas esferas de la sociedad consideraban su particular desfile de vanidades y egos en apogeo. Ya habíamos probado las mieles amargas de este mundo el año pasado, cuando fuimos invitados por primera vez. Pero ahora, esta segunda ocasión traía consigo algo más: expectativa, presión… y un toque de descaro.

Lucas, como os he mencionado antes, es abogado. Pero no uno cualquiera. Trabaja en uno de esos bufetes tan selectos que sus socios parecen más bien monarcas modernos, con apellidos que podrían estar grabados en mármol. Él, por supuesto, estaba encantado de volver a ser parte de este circo social. Yo, en cambio, tenía mis dudas, aunque mi curiosidad y cierta chispa traviesa me mantenían animada. Porque, si algo sé, es que en este tipo de eventos el espectáculo no solo está en los brindis y las charlas huecas, sino en lo que se cocina entre las sombras, bajo las miradas furtivas y las sonrisas demasiado perfectas para ser sinceras.

Apenas faltaban tres días y nosotros ya teníamos todo preparado para deslumbrar. El vestido, el peinado, incluso las joyas que hasta entonces habían permanecido ocultas en un joyero polvoriento, aguardando un momento digno de su brillo. Todo debía ser perfecto. Yo debía ser perfecta.

El lugar elegido para la velada no podía ser otro que Frogner, el distrito más exclusivo de Oslo, donde el lujo no se mide en metros cuadrados, sino en detalles que solo los ojos más entrenados saben reconocer. Un sábado por la noche, a las ocho en punto, todo daría comienzo. Pero para mí, la verdadera fiesta ya había empezado en mi interior: un torbellino de emociones, un nudo en el estómago que se apretaba más con cada día que pasaba.

La noche finalmente llegó. Allí estaba yo, frente al espejo de nuestro dormitorio, contemplándome con una mezcla de nervios y picardía. Mi vestido burdeos me abrazaba como si estuviera hecho para ser una segunda piel, sus líneas perfectamente ajustadas acentuando cada curva que sabía que atraería miradas. Los stilettos negros de doce centímetros no solo añadían altura, sino una dosis extra de seguridad que, os confieso, nunca viene mal en este tipo de escenarios.

Mientras me retocaba el labial rojo profundo frente al espejo, un pensamiento se coló en mi mente. Esta noche no solo se trataba de mezclarme entre la multitud, de impresionar con una sonrisa o una charla ingeniosa. No. Esta noche sería nuestra. Nuestra pequeña revancha contra la monotonía, nuestra oportunidad de desatar esa chispa eléctrica que llevábamos encendiendo en secreto desde hacía semanas. Lucas, con su impecable traje negro y pajarita de seda, no dejaba de mirarme mientras yo me preparaba. Su mirada tenía ese brillo que dice mucho sin decir nada.

- ¿Estás lista? - preguntó desde la puerta, con una sonrisa ladeada que ya prometía demasiado.

-Más que lista, - respondí, mientras me colgaba los pendientes de diamantes que caían justo sobre mis hombros desnudos.

Sabía que esa noche seríamos un espectáculo dentro del espectáculo. Y aunque aún no lo habíamos mencionado en voz alta, ambos sabíamos que no solo íbamos a ser los invitados perfectos. No. Íbamos a ser también el secreto mejor guardado de esa fiesta.

Fuera de nuestra casa nos esperaba un chófer, el cual nos llevaría a dicho destino. Cuando entramos en la finca del palacio, las luces y adornos eran fascinantes y fastuoso. En la puerta, una alfombra roja nos daba la bienvenida junto a decenas de fotógrafos dispuestos a inmortalizar con los flashes de sus cámaras a todos los invitados. Ya dentro uno de los camareros nos ofrece un par de copas de champagne. De inmediato uno de los jefes de Lucas se acerca y nos saluda dándonos las gracias por acudir al evento. Yo no lo conocía, pero jamás imaginé que mi marido tendría un jefe tan atractivo y de aspecto distinguido. Se llamaba Joan, su edad rondaba los Cincuenta, pero menudos cincuenta más bien llevados. Debía medir cerca del 1,90, ojos color miel y tez morena. Llevaba puesto un esmoquin negro de seda que le quedaba como un guante. Yo me quedé totalmente embelesada y Lucas lo notó perfectamente, pero eso no fue ningún impedimento, todo lo contrario, podía notar que más bien le provocaba un morbo insólito.

No había pasado ni diez minutos, cuando se acercó la mujer de Joan, ¡¡Madre mía!!, menudo espectáculo de mujer; pelo cobrizo, esbelta, ojos claros… Toda una mujer nórdica. Junto a ella su hermana gemela, eran completamente iguales. Dos diosas pelirrujas justo delante de mí.

Joan nos presentó, muy educadamente. Sus nombres Cler y Mary. No sé, creo que notó que su mujer y su cuñada me ponían cachonda. Pero lo que él no sabía, es que esa noche acabaría encima de una mesa de  billar comiéndole el coño a ambas.

 

Nos fuimos conociendo entre risas y miradas, podía notar que a ellas también les ponía el mero hecho de montárselo conmigo. Poco a poco las copas iban haciendo efecto, el calor del alcohol y lo cachonda que estaba hacían que tuviese ganas de cogerlas y de llevarlas a un cuarto para poder follarmelas.

Continuará

WWW.LUXXU.APP